lunes, 21 de octubre de 2013

Una historia... de vida


El tiempo nos ha enseñado que en la faz de nuestro planeta se  presentaron las condiciones y los elementos para que la vida surgiera. Aun sin tener plena conciencia de ello formamos parte, desde que somos humanos, de una delicada estrategia que forma un círculo, que es la línea en la que están basadas la gran mayoría de los elementos  que contiene nuestro mundo, incluso su forma misma. Desde lo más portentoso hasta lo más delicado,  se enfatiza la suavidad de su estructura en una línea curva de felicidad.

Sin embargo el hombre se dio a la tarea de romper esta forma para crear filos, puntas, bordes, tajos; y con ellos herramientas, con las que descubrieron que estaba en nosotros la semilla de la inteligencia, de la creatividad, de la imaginación… y dieron rienda suelta a esta gran virtud, en forma irrefrenable.

Hoy conocemos que esa inventiva del hombre que nos ha dado grandes satisfacciones también nos ha producido grandes catástrofes. Desarrollando movimientos sorpresa, desconocidos para muchos, que han sido creados por nosotros mismos,  y que  están manifestando un  reflejo  de destrucción como el síntoma de una enfermedad grave, que padece nuestra tierra.

Los cielos de las grandes ciudades de nuestro bello mundo se cubren con una densa capa  de smog, que es el nombre que se le dio a la composición de humo y niebla (smoke y fog) que incluso es capaz de regalarnos colores distintos según su composición, grisáceo que es el sulfuroso, típico de las urbes industriales o rojizo, el smog fotoquímico provocado principalmente por la acción de la luz solar sobre los gases que generan la combustión de los vehículos.

Esta contaminación atmosférica, ya común,  es el resultado de  algunas condiciones climatológicas concretas y la combustión de elementos químicos, esto no permite que observemos nuestro cielo  azul, de ese azul  del que hablan algunas canciones, a menos que lo limpie un torrencial o la fuerza de un  vendaval, en la actualidad. 

El agua que es el elemento natural que nos ofrece la virtud vital, se ha vuelto un arma que el mismo mundo utiliza en contra de nosotros en forma de ciclones y tormentas que arrasan con fuerza sobre los logros humanos, sin piedad ni compasión, defendiendo una tierra que le pertenece primero a ella, que a nosotros y que nos hemos dado a la tarea de obstaculizar, de frenar su tranquilo andar, de reprimirla, de encajonarla; con la justificación de que es lo “mejor”, aunque sea un hecho sólo para quien le sirve económicamente. Paradójicamente, lo que el hombre levanta en años, el agua lo disuelve en horas y… se cobra de más.

Este elemento que ocupamos para vivir se nos manifiesta con tal fuerza, que nos afecta, tanto en su abundancia como en su ausencia, y todo como resultado del cambio del clima que se ha venido acelerando de algunos  años atrás  a la fecha. La OMM (Organización Meteorológica Mundial) ha documentado que  la década del 2001 al 2010  ha sido un período caracterizado por las precipitaciones, las temperaturas extremas y los fenómenos meteorológicos extraordinarios, basándose en datos meteorológicos de 102 países, informando que en esa década se produjeron inundaciones en el 63% de los países que participaron en el estudio, mientras que el 43% registraron problemas graves de sequía.

Los grandes bosques, los pulmones naturales regalados a nosotros por este entorno vital, se desmoronan ante la fuerza avasalladora de nuestros semejantes, que condenan a muchos de sus hermanos talando, para fabricar palillos.

Las grandes industrias, prostituidas por el dinero, se han vuelto insensibles a esta delicada armonía de flora, que significa oxigeno para el humano, que es una seguridad que está viéndose mermada en su producción, pues estamos padeciendo de funciones cerebrales por la falta de este gas maravilloso, incoloro, inodoro e insípido, altamente reactivo y que es esencial para la respiración.

Dañar el medio ambiente, producir el cambio climático, agotar las reservas de petróleo, inundar con basura nuestro medio, es una tarea en la que el hombre ha puesto su mejor empeño, se refleja su perseverancia, su ánimo por lograrlo es fuerte como de lucha. Más bien eso parece, una guerra emprendida contra alguien que aparentemente es frágil e indefenso.

Sin embargo  y a pesar de todo su esfuerzo, este ente que tan bien conocemos, tocamos, olfateamos, sentimos, advertimos y sobre todo dependemos; cuando reacciona y se vuelve contra nosotros, nos arrasa en forma apabullante, nos muestra su vigor dejándonos prácticamente indefensos, llorando por lo perdido y por lo que cuesta levantarse, es una advertencia silente y reservada, que nos cuesta comprender aunque el mundo nos avisa con tiempo que estamos en su terreno y que por lo mismo su defensa será siempre, portentosa...


 
 

 

Rosina Ramos Contreras
Sophia Marisol Villanueva Jiménez
Brenda Yareli Vera Reyes
Eliana Abigail Compeán Delgado
Norma Aidee Hernández Balderas
 

2 comentarios:

  1. Excelente artículo!!!!
    Por otro lado comento sobre las fotos con las que lo acompañan. Estas muestran que la vida vegetal se ha ido adaptando a las construcciones de grava y cemento utilizandolas como sutrato de vida, sobreviviendo a la transformacion desvastadora que el hombre ha hecho y sigue haciendo de su entorno inmediato y que en su afán destructivo terminara por colapsar

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  2. Me gusto el articulo, me atrapo. Somos, los humanos, el hijo rebelde y estúpido de la madre tierra...las imágenes son la sutil burla de la madre naturaleza al desarrollo humano. Muy bien, los felicito.

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