jueves, 28 de noviembre de 2013


Los manglares en peligro de extinción.
Esos arbustos de tres o cuatro metros de altura, cuyas ramas son largas, extendidas que dan vástagos que descienden hasta tocar el suelo y se arraigan a él, son propios de los países tropicales. Estas enredaderas de nombre mangle forman parte de los atractivos de los paisajes naturales, su importancia radica en la protección que brindan a las comunidades contra tormentas, huracanes, fuertes vientos e incluso maremotos. Además contribuyen a mantener el nivel del mar, a asegurar los alimentos y la vida de diversos animales. En Guatemala las zonas de manglares están en riesgo, desaparecen de forma apresurada y hasta ahora no hay quien logre postergar su extinción.

Los manglares han sufrido alteraciones desde la década de 1950 por la agricultura, la ganadería y otros cambios de suelo que se realizan sin planificación. El problema es que los daños son irreversibles para esta especie, y al desaparecer las comunidades que les rodean quedarán expuestas ante cualquier fenómeno natural.
En suelo guatemalteco ya solo quedan 18 mil 839 hectáreas de mangle, es decir, el 0.0017 por ciento del territorio nacional. Lo que preocupa en este documento no solo es la extensión que ocupan estas zonas, sino también que de las 17 mil 670 hectáreas ubicadas en el Pacífico, solo un 22 por ciento se encuentra dentro de áreas protegidas.
Las cuatro especies de mangle que existen en Guatemala se encuentran en la lista de especies en peligro de extinción del Consejo Nacional de Área Protegidas (Conap). A pesar de que la ley prohíbe destruir estos ecosistemas, todos los años se deterioran más de 500 hectáreas.


La coordinadora del proyecto de Manejo Integrado de Zonas Costeras y Gestión Sostenible de Manglares, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, si  desaparecen las zonas de manglares se destruirán las barreras de protección indispensables para las costas del país, las cuales se estima que tienen un 40 por ciento (Costa del Pacífico) y un 77 por ciento (Costa del Atlántico) de vulnerabilidad.
De continuar con la deforestación y con el incremento industrial del cultivo de camarón en piscinas, los impactos de tormentas y huracanes serán mayores.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, a través del proyecto que dirige, intentan retrasar la desaparición de manglares por medio de charlas educativas y capacitaciones en las comunidades cercanas a esas zonas, para que colaboren con la protección de estos ecosistemas y cuiden que no los contaminen. Aunque hace énfasis en que la acuicultura del camarón, el turismo a gran escala y la construcción de infraestructura son las tres principales causas del acelerado proceso de devastación y daños ambientales.
Para este trabajo, las Naciones Unidas destinaron US$150 mil, y que eso les alcanzará para concluir este año con el proyecto. Cabe mencionar que en los planes también se intenta unificar las normas que rigen la protección del manglar. Cada entidad-Instituto Nacional de Áreas Protegidas– tienen su reglamento, pero se necesita sancionar de la misma forma a quienes dañen estos ecosistemas y proteger la especie para evitar que se extingan.
El problema de los mangles lo dejan en manos del proyecto de Manejo Integrado de Zonas Costeras y Gestión Sostenible de Manglares.



Integrantes del equipo:
Nancy Carolina Mata Cisneros.
Guadalupe Sinaí Cardona Flores.
Alejandra de la Luz Guerra Argote.
Alejandro Ernesto Reyes Siller.
Adán Martínez Góngora.


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